A Alvy y Blanko, gracias por pasarse por mi blog y dejar tan valiosas opiniones. Espero que mi entrada no hiera susceptibilidades ni que se me tache de intolerante.
Yo tengo hijos adolescentes, y soy exquisitamente sensible a sus inquietudes y vivencias, además porque yo viví una adolescencia intensa y llena de emociones fuertes. Tuve contradicciones, estados depresivos, tormentas de sentimientos, mucha sensibilidad por las injusticias sociales, conflictos por descubrir que mis padres no eran perfectos. que eran tan humanos como cualquiera, con defectos y debilidades, no solo virtudes, ideas revolucionarias de izquierda y aversión por la oligarquía y la derecha (a pesar de ser relativamente privilegiado y acomodado en este mundo), etc. Pero cada vez que veía a alguien sufrir por razones auténticas, me sentía "pequeño", y entendía que mi vida no era tan mala como a veces creía.
¿Y que son "razones auténticas"? Razones auténticas son mutilaciones traumáticas en edad inapropiada, pérdida de uno o ambos padres por razones inesperadas en edad temprana, abuso o maltrato infantil severo y alienante o abuso sexual, (¡no unos "fuetazos" o unas "nalgadas"!), dificultades económicas realmente serias, imposibilidad de estudiar o aspirar a algo importante en la vida por estas mismas razones, perder la infancia trabajando para llevar pan a mi casa, so pena de no tener qué comer y de represalias o castigo físico, no haber contado con un padre o madre o familiar cercano en los momentos importantes de la vida, acostarse en la noche o ir al cole en las mañanas sin haber comido nada, etc, etc, etc,... Pero ninguna razón justifica una decisión tan errada y facilista como lo es un suicidio.
La vida es un reto todos los días, tanto para los románticos que nos sentimos cautivados por los misterios del universo, la belleza de la naturaleza y el enigma de las mujeres, como para los "duros" de corazón para los cuales el verdadero reto es nunca llorar (como Dios) y nunca rezar (como el diablo). Yo me siento más, en el grupo de los "románticos" que en el grupo de los "duros" que nunca lloran y no le temen a "nada". Los admiro y hasta los envidio, porque yo sí lloro, todavía, a pesar de mi edad, y todavía hay cosas que me dan miedo, ¡en serio!! A propósito, me encantó el escrito de Dhuoda en el que trae unos sonetos de Pedro Bonifacio Palacios y me estremeció, especialmente, este fragmento:
" Procede como Dios que nunca llora;
o como Lucifer, que nunca reza;
o como el robledal, cuya grandeza
necesita del agua, y no la implora...
Que muerda y vocifere vengadora,
ya rodando en el polvo, tu cabeza!"
Aunque me considero un buen lector, debo reconocer que no había leído a Palacios, y me impactaron los sonetos.
Blanko: sobre "El guardián entre el centeno", me encanta tu referencia, el ejemplo no pudo ser mejor, y aunque lo leí hace como 15 años, es uno de los libros que me marcó, pero me marcó no sólo por la forma de escribir del autor, sino por las características del personaje. A él, todo le parece mal, todo le deprime, es hipercrítico, pero en el fondo es noble, sino que la rebeldía adolescente lo tiene confundido; es un adolescente a la deriva, pero en el fondo, sano e ideal. El libro es la idealización del adolescente rebelde, pero es una rebeldía "intentada", postiza,. No hay transgresiones graves ni nada muy políticamente incorrecto. Es simplemente, una escapada de un niño rico, que dispone de dinero para gastar, no está desamparado económicamente, y casi todas sus quejas son minucias. Es la adolescencia bien nutrida quejándose de vicio, cuando tienen todos los bienes materiales. Es la frivolización de dar importancia a tonterías, algo típico, no solo en la adolescencia, sino también, en general, en la sociedad opulenta. Todo el mundo quiere quejarse teniendo el bolsillo lleno y un padre abogado o médico con todas las posibilidades!!
Saludos a todos.
El Caminante
martes, 10 de noviembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Hola.
ResponderEliminarY esto que nos cuentas es un retazo de una vida, la tuya, que la podemos firmar cada uno de nosotros.
Igual que con el estudio, nadie nos ha enseñado a vivir. Nacemos con el llando en los ojos y nos vamos con el dolor en el corazón.
En el fondo somos caminantes que marchamos por la vereda de la vida de vuelta a Casa.
Un abrazo.
El Guardián entre el Centeno. Muy buen libro.
ResponderEliminarA propósito, ¿este no es el libro que portaba el asesino de John Lenon?
Carmelo, tienes razón, nadie nos enseña a vivir, cuando fuí adolescente me equivoqué como el que más, y aún ahora, adulto mayor, me sigo equivocando. A través de mis escritos sólo trato de resaltar que el camino u hoja de ruta la tenemos todos, implantada como un órgano-brújula desde el nacimiento, que intrínsecamente, todos en el fondo sabemos del bien y el mal, nó no los tiene que enseñar nadie, no podemos culpar a la sociedad, o a los otros, o a nuestras familias, o a las injusticias del mundo de nuestros problemas, cada quien refleja por fuera lo que és por dentro, así de fácil. La vida nos puede hacer más duros, más desconfiados, pero interiormente todos somos potencialmente buenos, sino que cada quien escoge lo que quiere ser, cada quien decide, por libre albedrío, si sigue o nó esa voz interior que te indica el camino.
ResponderEliminarBruno, estás en lo cierto, éste libro lo tenía bajo el brazo Mark D. Chapman, asesino de Lennon cuando fué arrestado. También John Hinckley, quien intentó asesinar a Ronald Reagan, declaró que estaba obsesionado con éste libro, igual que Robert Bardo, asesino de Rebecca Schaeffer (actriz gringa). hecho éste último que dió orígen a la película "Moonlight Mile" en 2002. Salinger, autor del libro, fué soldado y participó en el desembarco aliado en Normandía en 1944, por lo cual fué testigo de los horrores del combate, los que le dejaron profunda huella emocional e incluso estrés postraumático, lo que se percibe en algunos de sus relatos.
Gracias a los dos por pasarse por mi blog y dejar sus comentarios.
El Caminante