"Tuve yo la culpa, lloraba y era verdad, no se podía negar, pero también es cierto, si eso le sirve de consuelo, que si antes de cada acción pudiésemos prever todas sus consecuencias, nos pusiésemos a pensar en ellas seriamente, primero en las consecuencias inmediatas, después, las probables, más tarde las posibles, luego las imaginables, no llegaríamos siquiera a movernos de donde el primer pensamiento nos hubiera hecho detenernos. Los buenos y los malos resultados de nuestros dichos y obras se van distribuyendo, se supone que de forma bastante equilibrada y uniforme, por todos los días del futuro, incluyendo aquellos, infinitos, en los que ya no estaremos aquí para poder comprobarlo, para congratularnos o para pedir perdón, hay quien dice que esto es la inmortalidad de la que tanto se habla". Ensayo sobre la ceguera, José Saramago, 1922-2010.
¡Sencillamente, brillante!! Y eso que tenía mas de 80 años cuando lo escribió, pero era el cerebro más lúcido que yo haya percibido entre muchos escritores que he leído.
Y el que tenga oidos, que oiga!
El Caminante
domingo, 12 de septiembre de 2010
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