El suicidio es la única decisión que no tiene reversa, no solo en el mundo material, sino también en el mundo espiritual. Quien se suicida, le está diciendo al creador que renuncia a todo, renuncia a evolucionar, renuncia a ser feliz, renuncia a equivocarse, renuncia a perdonar y ser perdonado, renuncia a la oportunidad que la vida brinda para recomponer sus caminos y sanar sus malos hábitos y conductas, deja una herida profunda y una pregunta sin respuesta a los seres que amó y que lo amaron. Yo creo que si un suicida fué un hombre justo y bondadoso en vida, eso podría ser un atenuante en las consecuencias cósmicas de ese acto, pero, sin duda, el suicidio es un retroceso gigantesco en términos de evolución espiritual. Lo de menos es dejar de existir en el mundo material, lo trascendental es que se corre el riesgo de dejar de existir como ente espiritual con individualidad de personalidad, y simplemente, extinguirse, como se extingue individualmente una gota de agua que regresa al océano, regresa a su origen y deja de existir como unidad.
El único suicidio valioso es aquel que se comete pensando en el bien común y en el bien de los demás, y hay que ser muy valiente para tomar una decisión así. Hoy traigo un ejemplo que siempre me ha impactado, desde que lo conocí en las clases de historia en el colegio, me marcó, y hoy lo recuerdo, aprovechando que, precisamente hoy, se celebrfa el bicentenario de la independencia de mi amada Colombia.
Antonio Ricaurte fué un militar colombiano nacido en 1786, distinguido por su valentía y entrega en distintos actos de guerra. Este señor murió en 1814 en el combate entre las fuerzas de Simón Bolívar y las del español Boves en San Mateo (Venezuela). El combate era arduo y la victoria incierta. Los españoloes estaban a punto de apoderarse de un polvorín-armería, y, de lograrlo, todo estaría perdido para el ejército de Bolívar. Ricaurte, comprendiendo que la salvación del ejército patriota dependía de la posesión de aquel depósito, no vaciló un segundo, y prendió fuego al polvorín, y en la explosión murieron él y 800 de los asaltantes españoles, huyendo el resto. Bolívar, quien fué testigo presencial del hecho, dijo, hablando de la heroicidad del joven oficial: "¿Que hay de semejante en la historia a la muerte de Ricaurte? Este suicidio para salvar a la patria,al ejército y a mí, sin más esperanza que el amor a la independencia y a la libertad, es un acto digno de cantarse por los genios más ilustres, para que lo conozcan todos."
martes, 20 de julio de 2010
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